Después de caminar durante más de cuatro horas por el sendero dentro de la cueva, llegamos a una sala labrada en la roca cuadrada, sin ningún adorno. En un rincón de la sala divisamos que había provisiones de carne y odres, en el otro extremo seis mochilas esperando a que unos aventureros las cogiesen. Me acerqué a ellas y revisé lo que contenían. Al lado había una cuerda, muy liviana de unos treinta metros que se la cogió la semielfa. Me puse la mochila a la espalda y avancé hacia las provisiones. Cogí un pedacito de pan seco y cuando estaba apunto de saborearlo el draconiano me miró con gran fiereza. Dejé mi bocado y me aparté esperando a sentarnos todos juntos a comer.
Durante la cena estuvimos charlando y conociéndonos todos un poco, íbamos a estar juntos en esta aventura y no sabíamos por cuanto tiempo. Tendríamos que aprender a confiar los unos en los otros. Al terminar de cenar el cansancio pudo conmigo ya que llevaba unas noches durmiendo poco, así que disculpándome me retiré a dormir dejando al dracónido y al mago hablando. Me resulta gracioso ver antes de cerrar los ojos como la semielfa que se llama Keyleth intenta acercarse a ellos sin que se dieran cuenta.
Me desperté muy descansada, no sabía que hora era pero vi que el mago Galdor ya estaba levantado también. Con gran ánimo comencé a dar palmas para despertar al resto
- ¡Venga que hoy será un gran día!
Cogimos provisiones y nos pusimos en camino. Estuvimos andando unas seis horas sin salir de la gruta, el camino descendía hasta que llegamos a una cornisa a los pies de un gran abismo. En el hueco, solitarias, se encontraban una especie de estalagmitas pero con base plana. A mi no me preocupaba pasar saltando pero percibí miedo entre mis grandes compañeros. El resto con alguna que otra dificultad y con ayuda de una cuerda fue pasando. La sorpresa nos la dio Galdor cuando resbalando en el último salto y cayendo hacia el abismo desapareció y apareció a mi lado sin ningún esfuerzo. A mi me pareció increíble pensando en como me serviría a mi hacer eso mismo. Seguimos hasta una sala donde decidimos pasar la noche y descansar con tranquilidad.
Al mañana siguiente continuamos nuestro camino, vimos luz al final de la cueva. Cuando salimos de ella respiré profundamente recordando el olor del aire. La explanada que veíamos llevaba a un cementerio donde pronosticó el dragón que deberíamos llegar.
Buscamos la cripta según nos dijo. Tenía una puerta que esta cerrada y en la parte superior ponía “PELIGRO, NO PASAR”. El draconido se puso delante de ella y lanzó una bocanada de fuego hacia la puerta, aunque apenas se quemó. Al ver que no había tenido éxito ,el enano cogió su martillo y pegó con todas sus fuerzas rompiendo poco a poco la madera. Una sensación de frío salió del interior de la cripta, me puse detrás del dracónido y nos pusimos a bajar. A la mitad del pasillo vimos una puerta de rejas, de repente vi como el Tiflin daba media vuelta y salía corriendo fuera de la cripta, ¿habrá visto algo?, cuando volvió en sus manos tenía un trozo de madera que dijo serviría para atrancar la verja. La luz natural que entraba por la puerta se iba disipando poco a poco, encendimos un par de antorchas y el mago encendió una luz en su bastón. Anduvimos hasta entrar en una sala. En el centro de ella había varias tumbas y una puerta en la parte opuesta. Todos intentábamos ir en silencio mientras leíamos las inscripciones de las tumbas. De repente oímos un fuerte golpe. El enano acababa de saltar sobre una de las tumbas rompiéndola por su propio peso, el ruido hizo que el trozo de madera que sostenía la verja cediera y esta bajara. Ahora estábamos atrapados.
Durante la cena estuvimos charlando y conociéndonos todos un poco, íbamos a estar juntos en esta aventura y no sabíamos por cuanto tiempo. Tendríamos que aprender a confiar los unos en los otros. Al terminar de cenar el cansancio pudo conmigo ya que llevaba unas noches durmiendo poco, así que disculpándome me retiré a dormir dejando al dracónido y al mago hablando. Me resulta gracioso ver antes de cerrar los ojos como la semielfa que se llama Keyleth intenta acercarse a ellos sin que se dieran cuenta.
Me desperté muy descansada, no sabía que hora era pero vi que el mago Galdor ya estaba levantado también. Con gran ánimo comencé a dar palmas para despertar al resto
- ¡Venga que hoy será un gran día!
Cogimos provisiones y nos pusimos en camino. Estuvimos andando unas seis horas sin salir de la gruta, el camino descendía hasta que llegamos a una cornisa a los pies de un gran abismo. En el hueco, solitarias, se encontraban una especie de estalagmitas pero con base plana. A mi no me preocupaba pasar saltando pero percibí miedo entre mis grandes compañeros. El resto con alguna que otra dificultad y con ayuda de una cuerda fue pasando. La sorpresa nos la dio Galdor cuando resbalando en el último salto y cayendo hacia el abismo desapareció y apareció a mi lado sin ningún esfuerzo. A mi me pareció increíble pensando en como me serviría a mi hacer eso mismo. Seguimos hasta una sala donde decidimos pasar la noche y descansar con tranquilidad.
Al mañana siguiente continuamos nuestro camino, vimos luz al final de la cueva. Cuando salimos de ella respiré profundamente recordando el olor del aire. La explanada que veíamos llevaba a un cementerio donde pronosticó el dragón que deberíamos llegar.
Buscamos la cripta según nos dijo. Tenía una puerta que esta cerrada y en la parte superior ponía “PELIGRO, NO PASAR”. El draconido se puso delante de ella y lanzó una bocanada de fuego hacia la puerta, aunque apenas se quemó. Al ver que no había tenido éxito ,el enano cogió su martillo y pegó con todas sus fuerzas rompiendo poco a poco la madera. Una sensación de frío salió del interior de la cripta, me puse detrás del dracónido y nos pusimos a bajar. A la mitad del pasillo vimos una puerta de rejas, de repente vi como el Tiflin daba media vuelta y salía corriendo fuera de la cripta, ¿habrá visto algo?, cuando volvió en sus manos tenía un trozo de madera que dijo serviría para atrancar la verja. La luz natural que entraba por la puerta se iba disipando poco a poco, encendimos un par de antorchas y el mago encendió una luz en su bastón. Anduvimos hasta entrar en una sala. En el centro de ella había varias tumbas y una puerta en la parte opuesta. Todos intentábamos ir en silencio mientras leíamos las inscripciones de las tumbas. De repente oímos un fuerte golpe. El enano acababa de saltar sobre una de las tumbas rompiéndola por su propio peso, el ruido hizo que el trozo de madera que sostenía la verja cediera y esta bajara. Ahora estábamos atrapados.
1 comentario:
Dios que emocionante es como seguirá después apareceran cosas raras. Me parece que he estado allí. jaejojiju.
Ese tiflin si que parece una gran persona. Muy inteligente...
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