El sol y el huracán discutían con un árabe, quien de los dos era capaz de hacerle quitar la túnica tejida de pelos de cabras que el beduino usa para protegerse del sol. El sol le dio la primacía al huracán para que comience a presionar con fuertes ráfagas, con tormentas de arena, pero el árabe se hizo fuerte y resistió, fracasando el huracán en sus intentos.
Entonces dijo el sol: "Ahora me toca a mí", paró el viento y el sol comenzó a irradiar calor intenso, tan intenso que el beduino no tenía más salida que desprenderse de su tunica y así le ganó la apuesta al huracán. Moraleja: "No siempre la fuerza es la que logra los objetivos".
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