Y a través de la brecha abierta, Rolando pudo contemplar aquellas otras montañas más lejanas que eran parte de su tierra. El guerrero pudo morir tranquilo, con los ojos abiertos y fijos en la hendidura de la montaña que se llamó, desde entonces, la Brecha de Roldán o Brecha de Rolando.
miércoles, 17 de junio de 2009
Durandal
Y a través de la brecha abierta, Rolando pudo contemplar aquellas otras montañas más lejanas que eran parte de su tierra. El guerrero pudo morir tranquilo, con los ojos abiertos y fijos en la hendidura de la montaña que se llamó, desde entonces, la Brecha de Roldán o Brecha de Rolando.
viernes, 5 de junio de 2009
La sala de las gárgolas
Estábamos en la sala de la cripta atrapados. Avancé a la puerta del fondo y la abrí sin problemas. Vimos un nuevo pasillo, las paredes cada vez estaban más húmedas y Galdor nos comentó que había algo mágico en el ambiente. Seguimos avanzando cuando de repente dos mazas aparecieron en mitad del pasillo a la altura del enano y la semielfa. Con un rápido reflejo se apartaron y salvaron de ser aplastados, comprendí que no iba a ser tan fácil como parecía.
Después del combate, encendimos todas las antorchas, abrí otra puerta que estaba en el lateral izquierdo y entré detrás del tiflin primero. La sala estaba iluminada con una luz rojiza, al fondo había tres estatuas en fonrma de gárgolas. Me acerqué a ellas atraida por esa luz rojiza y desbubrí que en los ojos de cada una de ellas había rubíes.
- Ey! venid esto de la pared parece una puerta - mientras gritaba el tiflin acerqué mi mano a tocarlos y les apreté como si fueran un botón, cuando de la figura del medio salió un rayo rojo que impactó al dracónido. Ante nuestro asombro vimos como poco a poco se estaba convirtiendo en piedra. Él intentaba evitarlo luchando contra él mismo.
La puerta de frente del tiflin se había abierto, mientras la maga hacía todo lo posible para deshacer el hechizo de petrificación que estaba consumiendo al dracónido.
Entramos en la sala y vimos una
Nos quedaban cinco puertas más, fuimos abriendo una tras otra saltando las trampas que había en cada uno de los pasillos, puas que salían del suelo, valdosas que se caían, pero al final llegamos a la sala que desde que entré en ella supe que era la que buscábamos desde el principio.